La actriz y directora Asia Argento, una de las personas que lideró el movimiento #MeToo contra el acoso hacia las mujeres y una de las primeras mujeres en acusar a Harvey Weinstein, fue señalada como agresora sexual.
El New York Times publicó el domingo por la noche que Argento llegó a un acuerdo económico para evitar una demanda por acoso sexual.
El actor y cantante Jimmy Bennett fue quien acusó a Argento de haberlo agredido sexualmente en una habitación de hotel en Marina del Rey, California, en 2013, cuando él acababa de cumplir 17 años y Asia tenía 37.
Bennett, quien ahora tiene 22 años, trabajó con Argento en la película El Corazón es engañoso, en 2004.
El NYT señaló que tiene pruebas de documentales de que la agresión ocurrió, entre ellas habría una fotografía de ambos en una cama.
El informe en poder del diario estadounidense afirma que Argento le dio alcohol a Bennett antes de la supuesta agresión y que Argento le pagó a Bennett 380 mil dólares en un acuerdo extrajudicial en el que ella no le hizo firmar un acuerdo de confidencialidad.
La decepción de quienes creíamos en la palabra de Asia Argento es inenarrable, pero eso no significa que el movimiento #MeToo deba desvirtuarse, por el contrario.
Esta terrible acción perpetrada por Argento no debe servir como pretexto para desacreditar al movimiento ni para eximir a Harvey Weinstein o a Kevin Spacey de los actos atroces que cometieron.
Debe servir para voltear a ver a todas las víctimas sin importar su género.
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