Aunque es una celebración nacida de la tradición más puritana del cristianismo estadounidense (que tiene su eco en las tradiciones católicas), el Halloween siempre ha sido denunciado por grupos ultrareligiosos como algo “satánico” o “diabólico”, el 31 de octubre en alguna parte del muno siempre aparece un grupo de personas que toman pancartas y se van a la calle a exigir que cese la festividad. Esta vez, le tocó a Guanajuato.
Alrededor de un centenar de personas marcharon en Guanajuato para exigir que se frene el festejo de Halloween, pues, según ellos, es una festividad sacrílega y que incita al mal.
Con niños disfrazados de superhéroes, perdón, de santos y vírgenes y con pancartas en las que denuncian lo “satánico” del festejo mientras rezaban con megáfono y, eso sí, casi no interrumpían la circulación en la zona.
Tal como el Día de Muertos, el Halloween es una festividad plagada de sincretismos, mezclas y confusiones (y no es gratuito que ambas festividades estén espalda con espalda). Ambas son una mezcla entre las tradiciones “paganas” y la heterodoxia católica, convertida, luego, en ortodoxia.
La misma palabra “Halloween” es una “modernización” del inglés antiguo para el Día de Todos los Santos: ajá, el mismo día en el que, según la tradición hispánica, se recuerdan a “todos los inocentes”. (Vía: Big Think)
El giro hacia el “festejo” de lo oculto y lo “diabólico” es relativamente moderno y tiene que ver más con la carnavalización de una fecha sagrada en una tradición que no reconoce la Cuaresma y, por lo tanto, tampoco el Carnaval.
Claro que, sin el conocimiento de estos detalles, pareciera que Halloween es sólo un constante aquelarre repleto de Iron Men, Batmen y uno que otro disfraz creativo… como el SAT
Miren, si ya se está organizando la marcha por la próxima muerte del NAIM, ¿qué tiene de malo que haya gente que, muy enojada, pasea con niños disfrazados de superhéroes para exigir que se elimine una festividad cristiana?
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