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México, el lugar de donde… por Enrique R. Soriano

Celaya, 12 de septiembre del 2019.- Es el mes de la patria y convendría recordar qué significa el nombre de nuestro país y, por tanto, la responsabilidad que tenemos como mexicanos (quienes ejecutan el sentido profundo de México).

La toponimia es la rama de la lingüística que estudia los nombres propios de los lugares, sitios, regiones o ciudades. Esta rama, no solo se debe conceptuar bajo la etimología, también debe comprender la relación de los vocablos con las sociedades que los forjaron, su visión del mundo, su cultura. Es decir, que se debe enriquecer con la filología para conocer la historia, el contexto y su sentido más exacto de cuando fueron acuñados los vocablos.

Ya en alguna otra ocasión referí que yo conozco 96 hipótesis del significado de México. Entre las más difundidas está suponer que significa La luna reflejada en el lago o En el ombligo de la luna.

Aunque cada hipótesis tiene la misma probabilidad de validez, creo que la mayoría sostiene su supuesto en criterios solo etimológicos y no filológicos. Es decir, que dejan de lado el contexto en que fue acuñada la palabra México.

Tomemos en cuenta que los mexicas se consideraban a sí mismos, antes de darse un nombre al bautizar a su ciudad, el pueblo sin rostro. Este concepto no se debe tomar literal, es imposible. El pueblo sin rostro, como es obvio, implica un grupo sin una cultura, sin una personalidad propia. Además del nivel de conciencia, ello significa que las palabras no tenían solo el significado que su raíz etimológica indica, sino que su sentido –metafórico, figurado o simbólico– va mucho más allá.

Cuando dejan Aztlán, según la Tira de la peregrinación, su propósito fue encontrar el centro del universo para trasmitir desde ahí la obligación de los hombres (no solo de ellos, sino de toda la raza humana) de proteger y cuidar el Cosmos. Para ellos, la lucha entre las fuerzas del bien y del mal era una constante que se daba a su derredor; no solo en cada amanecer, sino también en todos los aspectos de la vida diaria.

Los sacrificios de sangre no tenían el propósito de mortificarse, sino de aportar lo más valioso de la vida a las fuerzas del universo, a los dioses que diario peleaban por conservar lo que consideraban el Quinto Sol.

Cuando encuentran la señal prometida –un águila sobre un nopal, según la mayoría de los rastros documentales, lo de la serpiente será otro tema por tratar posteriormente–, identifican que es el punto buscado para difundir su concepción del Cosmos.

Es decir, que, a mi juicio, la palabra México implica el punto del Universos desde el que debe partir la verdad para mantener el Universo. Por supuesto que este punto de vista está basado en la hipótesis que el vocablo México está integrado por la palabra metl, que significa maguey; xictli, que indica ombligo, y co, sufijo de lugar.

Esto es, que la etimología En el ombligo del maguey, metafóricamente hablando y al igual que esa planta, sería el ombligo, centro o punto desde donde parten todos las pencas o sentidos, para señalar todo el entorno, incluso hacia arriba y hacia abajo, con la raíz de la planta.

He ahí la razón por la cual al iniciar una ceremonia sonaban el caracol hacia todos los puntos del Universo. Entonces, México implica el centro del que debe partir el conocimiento por difundir entre los seres humanos para apoyar a los dioses en su tarea de mantener al Universo.

Si eso es México, entonces ser mexicano implica esa persona que debe llevar el conocimiento y quehacer de apoyo a los dioses para fortalecer el Quinto Sol.

En el mes patrio recordar qué significa el nombre de nuestro país y su gentilicio debía fortalecernos como nación.

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