Celaya, Gto a jueves 12 de diciembre del 2024. (Alan Ordaz).- Celaya vibró con fervor guadalupano este 12 de diciembre en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en la Alameda Hidalgo, donde cientos de fieles compartieron sus historias de fe y milagros concedidos por la Morenita.
Entre ellos, José Antonio Lara Rodríguez y su pequeño, vestidos como San Juan Diego, agradecieron la salud de su hijo.
“Cuando él iba a nacer, mi hija se puso muy mal y venía malito de su pie, pero míralo, aquí está, gracias a ella”.
Alfredo Vázquez, de 75 años, narró su regreso al manto de la Virgen tras una etapa de adversidades.
“Tuve el accidente de mi mano, mi esposa me dejó y hace poco mataron a uno de mis hijos. Pero he encontrado alivio en ella, más que nada paz”.
Para él, la Guadalupana es todo: “Le pido que me dé designación, paz, y que me deje perdonar a quienes me han hecho daño”.
Desde hace 57 años, María Ascensión Delgado Pedraza lidera la emblemática peregrinación de los pajareros.
“Comenzó cuando unos compañeros decidieron traer sus pájaros a cantarle a la Virgen. Ahora mis hijos, ya grandes, cooperan para que la tradición siga viva”.
Su mensaje resuena en los celayenses:
“Pidamos a Dios y a ella que nos libre de tanta cosa que está pasando”.
María Guadalupe y su hija María de Lourdes protagonizaron un acto de devoción incomparable.
“Me vengo a pie y entro de rodillas. Por agradecimiento a ella por todo lo que nos da”, dijo María Guadalupe. Su hija añadió: “Yo vengo descalza, agradeciéndole por la vida”.
Para muchos, la fe trasciende generaciones. José Antonio afirmó:
“Es una tradición que se pasa de generación en generación. Somos custodios de la Virgen de la Asunción y del Señor de la Clemencia, y tratamos de inculcarle a nuestros hijos lo mismo”.
El santuario se convirtió en un mosaico de historias y anhelos.
“Que tengamos mucha fe en la Santísima Virgen, que interceda por nosotros para alcanzar la paz que tanto necesitamos”, expresó Alfredo.
María Ascensión coincidió:
“Ella siempre está con nosotros. Solo hay que unirnos y pedirle que nos cuide”.
Al caer la noche, el fervor no disminuyó, dejando un mensaje claro: en cada rodilla, paso y canto, Celaya reafirmó su devoción a la Virgen de Guadalupe, madre de México y símbolo de fe inquebrantable.
Be First to Comment